NANAS A DAKOTA:
Duerme mi cachorra
duérmete en mis brazos
que así en mi regazo
te imagino grande
te imagino fuerte
hermosa y curiosa.
Todos somos madres
cuando acariciamos
un suave pelaje
cuando consolamos
el triste gemido
de algún cachorrito
de un perro pequeño
frágil e indefenso
un perro afligido
por fuerte tormento
de salud rendido.
Sé que me quisiste
sé que te he querido.
Fuiste mi cachorra
y yo fui tu auxilio
y juntas soñamos
cual juegan los niños
que el futuro fuera
un hogar eterno.
La vida quebranta
muchas esperanzas
y deja guardados
anhelos y risas
que los troca en llanto.
Sé que donde vayas
estaré contigo.
Serás mi cachorra
en sueños perdidos
y cuando seas grande
y no me recuerdes
y venga el olvido
soñarás que un día
mucho alguien te quiso
y que desde lejos
te ama todavía.
Soñarás conmigo
y verás mi rostro
salvando tu vida.
Alguien te hizo fuerte
y así te hice mía.
Estás en mi historia
vives en mi mente
y en mi corazón
grabado ha quedado
tu nombre DAKOTA.
Lo guardo callada
cual dulce memoria.
Eras mi cachorra
siempre te he querido
ni tiempo ni olvido
harán que te pierda.
Llevaré por siempre
el suave pelaje
que rozó mi frente
el ladrido ingenuo
el canto de niña
que anunciaba a todos
que yo era tu madre
que te custodiaba.
No tengo respuesta
frente a tanta prueba
sé que yo te quiero
sé que me quisiste.
El mejor testigo
de este amor extraño
entre perra y dueña;
el mejor testigo
de este amor de madre
hacia mi cachorra
a quien llamé DAKOTA
se llama entre lágrimas
sólo sacrificio.
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